
Durante años, nos vendieron a Elton John como el monarca pop de los biopics edulcorados, la banda sonora oficial de la realeza británica y del Rey León, pero, maldita sea, hubo un tiempo en que Sir Elton era un jodido titán del rock & roll. Antes de los himnos lacrimógenos y los tributos cursis, existía el otro Elton: el que crujía al piano como un poseso y escupía canciones con la furia de un predicador en trance.
¿Quieres pruebas? Solo tienes que darle play a «Take Me to the Pilot» para comprobar lo que es un auténtico ataque sónico. Antes de que Rocket Man lo catapultara a la estratósfera y Hollywood descubriera que los biopics eran un filón comercial (Bohemian Rhapsody, te estoy mirando), Elton era un fenómeno en bruto. Los primeros siete discos son joyas que cualquier amante del rock debería tener en su altar personal. No hay spoilers aquí, pero si crees que su historia empieza y termina en «Candle in the Wind» (1997), te equivocas y te perdiste lo mejor.
Para 1970, con su tercer álbum, ya estaba coqueteando con el country para engatusar al mercado americano. «Son of Your Father» es prueba de ello. Pero, por favor, no confundas esto con el Elton de Disney y funerales reales. Este tipo era capaz de devorar radios enteras con un solo acorde de piano. En 1973, con Don’t Shoot Me I’m Only the Piano Player, ya tenía su segundo número uno en Estados Unidos. Ahí, escondida en la cara B de «Crocodile Rock», estaba «Elderberry Wine», una pieza de rock & funk que explota con la elegancia de una bomba perfectamente programada.
Y pensar que iba para banquero. Sí, antes de ser la estrella de las plumas y las gafas absurdas (tiene más de 250.000 en su colección), Elton estaba a punto de sumergirse en el mundo gris del cálculo financiero. Gracias a los dioses del rock, decidió que era mejor darle nombres de mujer a sus pianos hechos a medida: Aretha, Nina… Si eso no es devoción y una declaración de principios, tú me dirás.
El doble álbum Goodbye Yellow Brick Road (1973) es seguramente la cima de su imperio, y a pesar de tener una de las portadas más horribles de la historia, 31 millones de copias vendidas. Ahí está «Candle in the Wind», originariamente un tributo a Marilyn Monroe, no a Lady Di (atención, revisionistas de la historia). En 1991, con Two Rooms, incluso se permitió homenajear a The Who, la banda a la que le birló «Pinball Wizard» para meterlo en la banda sonora de la película homónima. Y hablando de versiones, no olvidemos «Saturday Night’s Alright (For Fighting)», un temazo que te agarra de la solapa y te zarandea como un borracho en la barra de un pub.
Elton tampoco era durante esos años salvajes ningún lobo solitario, estaba en todos los fregados en los que se podía estar, ya fuese con John Lennon, Harry Nilsson o junto a Rod Stewart y Freddy Mercury en aquel surrealista e imposible supergrupo Nose, Teeth & Hair (adivinen quién aportaba qué). Años salvajes en los que la cocaína y el alcohol eran moneda de cambio corriente en su vida, años en los que si Rod Stewart le regalaba una nevera portátil, él respondía al rácano cantante escocés regalándole un maldito Rembrandt. Así se jugaba en las ligas mayores.
¿Conciertos? Más de 3.500. ¿Fortuna? Medio billón de dólares, solo por detrás de la Corona Británica y Paul McCartney. ¿Conexiones? Padrino de Sean Lennon y de los hijos de los Beckham. Y si no te basta, recuerda la apuesta con John Lennon: Elton le dijo que «Whatever Gets You Thru the Night» sería un hit, John no lo creyó. Como no, perdió la apuesta y terminó subiendo al escenario del Madison Square Garden en el fin de gira de Elton. El último concierto de Lennon, historia pura.
Así que antes de reducir a Elton John a un tipo que canta en bodas reales y musicales de Disney, piénsatelo dos veces. O mejor aún, dale una oportunidad a su época salvaje y métete en sus primeros discos. Descubre al pianista poseído, al showman desatado que habitó una vez en su corazón, antes de que conociese a Lady Di.

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Músico, cantante y compositor en Urtain. Colaborador musical en Cadena Ser / Radio Mallorca. Redactor en Mallorca Music Magazine.
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